El melanoma es el cáncer de piel derivado de los melanocitos, las células que dan el color de la piel y forman los nevos ("lunares"). Si bien es el tipo de cáncer cutáneo que más mortalidad origina, en la mayoría de casos el melanoma puede curarse si se diagnostica y se trata con anticipación, por lo que si tenemos dudas, debemos consultar al dermatólogo.
Existen diferentes signos de alarma que debemos conocer ya que pueden ayudarnos a diferenciar un "lunar benigno" (nevus) y un "lunar maligno" (melanoma), o al menos pueden hacernos saber cuándo debemos consultar al especialista.
Estos signos de alarma pueden resumirse en la “regla del A-B-C-D-E”.
A: Asimetría. Las lesiones malignas suelen ser asimétricas si dividimos imaginariamente la lesión por la mitad. En cambio, las lesiones benignas suelen ser simétricas.
B: Bordes: Unos bordes irregulares o mal definidos pueden ser signo de malignidad, mientras que las lesiones benignas suelen presentar bordes bien definidos y regulares.
C: Coloración: Que una misma lesión presente varios colores (negro, marrón oscuro, gris...) puede ser signo de malignidad, mientras las lesiones benignas suelen presentar un único color.
D: Diámetro: Una lesión de menos de 6 milímetros de diámetro raramente podrá ser maligna.
E: Evolución: Si una lesión pigmentada evoluciona (cambia en el tiempo, por ejemplo, de color, forma, textura, tamaño...), debemos consultar para que sea revisada.
Por otro lado, tenemos la "regla del patito feo". Si una persona presenta muchos "lunares", debemos fijarnos si existe alguno que sea diferente al resto ("el patito feo"), que deberá revisarse por si presentase rasgos de malignidad.
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