Con respecto al pelo existen muchos mitos, de los cuales la
mayoría han llegado a nuestros días tras pasar de generación en generación.
Algunos tenían una cierta base, teniendo en cuenta los productos para higiene y
cuidado del cabello que se usaban hace muchos años (que no son los que se usan
en la actualidad), y otros en cambio nunca tuvieron base alguna. Hoy en día,
con la evidencia científica existente, podemos ir desmontando estos mitos uno a
uno, y repasando la realidad respecto al cabello.
Mito: Los pelos que se caen, no vuelven a recuperarse.
Realidad: En condiciones normales, sí se recuperarán, ya que
forman parte de un ciclo que se renueva ininterrumpidamente con nuevos cabellos
que aparecen y crecen mientras otros caen. La duración de este ciclo capilar
dependerá de la edad y la región del cuerpo donde estén situados los pelos. Por
general, es más rápido en mujeres, en edades entre los 15 y 30 años, y en verano.
Mito: Lavarse el pelo a diario hace que se caiga más
cabello.
Realidad: Si el lavado es suave, con un champú adecuado, y
no se seca el pelo de forma traumática, el lavado no influye sobre el ciclo del
bulbo piloso (“la raíz del pelo”) y por lo tanto no aumenta la pérdida de
cabello. Además, es importante mantener una higiene adecuada en el pelo.
Realidad: Ningún producto aplicado en el tallo piloso (“el
cuerpo del pelo”) posee efecto alguno sobre el bulbo, con lo cual no produce
pérdida de cabello. Se pueden emplear cosméticos sin alterar el ciclo del
cabello. Lo que sí es posible es que algún componente cosmético pueda causar
eccema (irritación) sobre la piel del cuero cabelludo. Con las lacas, gominas y
otros productos que producen un cierto apelmazamiento del pelo, sí podemos
notar cómo tras lavar el cabello aparentemente hay una mayor caída de lo
normal: es simplemente porque los cabellos que se fueron cayendo a lo largo del
día quedaron pegados al cuero cabelludo con estos productos, de manera que al
lavarlo caen más pelos de lo normal a la vez.
Mito: El uso del casco hace que se caiga más el pelo.
Realidad: El uso de cascos, sombreros, etc, no influye en la
caída del cabello. De hecho, el uso de casco es fundamental (por seguridad) en
determinadas circunstancias, y el uso de sombrero nos ayuda a protegernos (tanto a nuestra piel como a nuestros pelos) de
las radiaciones solares.
Mito: Secar con secador el cabello lo dañará.
Realidad: Si el secador se aplica a una cierta distancia,
con una potencia no excesivamente alta, y no se producen quemaduras en el bulbo
del pelo, no se altera su ciclo. En cambio, la plancha sí produce un aumento
drástico de temperatura en la raíz del cabello y además tracciona mecánicamente
de la misma, con lo cual es fácil que se dañe y desprenda cabello con esa
maniobra.
Mito: Las vitaminas siempre van bien ante cualquier caída de
cabello.
Realidad: Por lo general los complejos vitamínicos no tienen
ninguna acción sobre el pelo. A menos que el motivo de la pérdida del cabello
sea por un déficit concreto (de hierro o de aminoácidos por lo general), en general
los complejos “vitamínicos” o suplementos no poseen ninguna acción comprobada
en el ciclo del cabello. Por este motivo resulta interesante practicar primero
una analítica sanguínea en caso de pérdida persistente de cabello sin una causa
evidente para descartar si existe un déficit o no y poder realizar, entonces,
el tratamiento más apropiado.
Mito: Los champús anticaída son eficaces ante cualquier tipo
de caída de cabello.
Realidad: No. No se dispone de ningún estudio sólido que
aporte datos para apoyar el uso de champús concretos en la pérdida de cabello.
Ningún champú (de biotina, cistina, para caballos…) ha demostrado mejorar los
índices de crecimiento del cabello, aunque en algunos casos pueden ser de
cierta utilidad para evitar la irritación, disminuir la seborrea, etc.
Mito: El exceso de grasa hace caer el cabello.
Realidad: De forma aislada, no. El sebo no tiene ninguna
acción sobre la raíz del pelo. No obstante, en caso de tener gran cantidad de
caspa e inflamación en el cuero cabelludo (dermatitis seborreica y/o
psoriasis), es posible que el pelo se desprenda como respuesta a la citada
inflamación de alrededor del folículo. Por otro lado, cuando el exceso de grasa
forma parte de algunos síndromes complejos (por ejemplo acompañando a la
presencia de quistes en los ovarios, al acné o a la existencia de pelos en
zonas donde no deberían aparecer), es posible que éste sea la manifestación de
un exceso de andrógenos (hormonas masculinas) y sí haya una tendencia a perder
cabello de forma progresiva (alopecia androgenética) por el desajuste hormonal,
pero no por el sebo (que no es una causa, sino un efecto más, igual que la
caida).
Mito: Cortar el pelo acelera su crecimiento y su fuerza.
No. La duración del ciclo del cabello viene determinada
genética, metabólica y estacionalmente, pero no tiene relación con otros factores
externos como cortarlo o el uso de champús, geles u otros cosméticos.
Mito: Los calvos son más viriles.
Realidad: No es así. Los calvos no tienen más testosterona (hormona
sexual masculina), sino que sus folículos pilosos presentan mayor sensibilidad
a la acción de esta hormona.
En conclusión, ante una pérdida llamativa o prolongada de
cabello no crea en productos milagrosos y solicite una cita con el dermatólogo (el médico especialista en el cuidado de la piel y el cabello) para
que se efectúe una exploración oportuna -y cuando sea necesario se le solicite alguna
prueba complementaria- con el objeto de diagnosticar el tipo de pérdida de
cabello que se sufre y prescribir el tratamiento más oportuno en cada caso
concreto.
La Tricología es la ciencia que se ocupa del estudio del
pelo y sus posibles trastornos. El Dr. Javier del Boz González es miembro del
Grupo Español de Tricología, un grupo de trabajo incluido en la Academia
Española de Dermatología y Venereología.
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