martes, 10 de noviembre de 2015

Piojos: Esos molestos compañeros de clase

Tras el verano llegó la vuelta al cole… y con ella, la amenaza constante de los piojos.

La pediculosis capitis (nombre científico para los piojos de la cabeza) es una infestación (infección por parásitos) originada por el Pediculus humanus, variedad capitis. Es una parasitosis exclusiva del ser humano, y de hecho estos parásitos pueden sobrevivir fuera del ser humano por menos de 48 horas. El paso de una persona (“huésped”) a otra se produce por contacto directo (“el piojo no puede saltar”), de cabeza a cabeza, o de forma mucho menos frecuente, por objetos (“fómites”) contaminados como gorros, cepillos o peines, pero no a través de mascotas.

Habitualmente se suele manifestar como un picor intenso, especialmente en la región occipital (sobre la nuca) y favorece el desarrollo de excoriaciones (heridas por el rascado) que pueden sobreinfectarse, e incluso a veces pueden desarrollarse adenopatías (ganglios inflamados). No es raro además encontrar una erupción que simula un eccema en la nuca, secundaria a la irritación de la piel de esa zona por los desechos de estos parásitos.

Al inspeccionar la cabeza, a veces podemos encontrar parásitos adultos, de 2-4mm, que recuerdan a “cucarachas alargadas milimétricas”, y más fácilmente podremos evidenciar las “liendres” (huevos), de color blanquecino, de menos de 1mm de largo, y que se distinguen de diferentes tipos de “escamas” que podemos encontrar en la cabeza porque están fuertemente pegadas al pelo. Si estas liendres están a menos de 1cm del cuero cabelludo, puede que aún contengan un “embrión” en su interior. Tras 5-10 días, las liendres eclosionan y salen las “ninfas”, que en unos días se convertirán en individuos adultos. Una hembra adulta puede poner 10 huevos por día, en los aproximadamente 30 días que suele vivir. Los adultos se se alimentan sobre todo de noche, cuando el “huésped” está quieto. Conocer este “ciclo vital” del piojo es importante, ya que la mayoría de tratamientos son pediculicidas (“matan el piojo”) pero no ovicidas (“no matan las liendres”), razón por la cual deben aplicarse en al menos dos ocasiones separadas por unos 7-10 días, para que haya tiempo suficiente para que las liendres eclosionen dando lugar a los nuevos parásitos.



La prestigiosa revista Pediatrics publicó en su número de Mayo 2015 una excelente revisión del tema, dejando claros varios conceptos:

-La pediculosis capitis no debe ser nunca un motivo de exclusión escolar.
-La existencia de pediculosis capitis no es un signo de mala higiene, ni es un problema importante de salud, y no es la razón de diseminación/contagio de otras enfermedades.
-Hasta el momento, los programas para la prevención de la pediculosis capitis no han sido eficaces, aunque el personal escolar debería ser entrenado en su temprano diagnóstico.
-El tratamiento debe ser en lo posible lo más seguro posible, y aplicarse sólo en caso de confirmarse la infestación.

Respecto a los diferentes métodos de tratamiento, comentaremos algunos de los más frecuentemente usados y de mayor interés. En cualquier caso, es fundamental seguir siempre al pie de la letra las instrucciones de uso de estos productos.

Tanto en esta revisión como en las recomendaciones de la Asociación Española de Pediatría, se sigue considerando como primera línea del uso de permetrina al 1%. La permetrina es una sustancia del grupo de las piretrinas, que son derivados del extracto del crisantemo. La permetrina es el único producto que puede usarse en niños a partir de los 2 meses de vida. Se recomienda aplicar con pelo húmedo, tras uso de champú (sin acondicionador) y tras secar con toalla, y se retira enjuagando 10 minutos más tarde (se recomienda el enjuague de estos productos fuera de la bañera  -por ejemplo en una palangana-, por si sus restos pudieran originar irritación en la piel de quien use luego esa bañera). Se debe repetir igual tratamiento tras 7-10 días.

Otro producto a destacar por su eficacia es el malathion 0.5% en loción. Se trata de un “organofosforado”, y es importante evitar el uso de secadores de pelo tras su aplicación. Suele indicarse para niños de al menos 6 años de edad (y no debe usarse en menores de 2 años), y se recomienda especialmente cuando hay resistencia al tratamiento con permetrina. Por lo general se aplica con el pelo seco, y se dejar por 8-12 horas, y luego se enjuaga.

Otro producto interesante es la dimeticona (geles, champús, lociones), que puede usarse a partir del año de vida, ya que no contiene "insecticidas" ni es absorbida por la piel, actuando de forma "física" (asfixiando e impidiendo su multiplicación).

En Estados Unidos (y otros países) existe además aprobada y comercializada una fórmula de ivermectina en forma de loción al 0.5%, que puede usarse en niños a partir de los 6 meses de edad, con gran eficacia tras una única aplicación de 10 minutos sobre pelo seco. En España la ivermectina es una sustancia aprobada exclusivamente para su uso en animales, aunque puede obtenerse en las farmacias “con indicación fuera de ficha técnica, y con formulación magistral”, y también se ha comprobado su gran utilidad en forma oral (comprimidos/jarabe).

En cualquier caso, estos tratamientos deben acompañarse de un correcto cepillado diario con peine fino (“liendrera”) que debe ser adecuado al diámetro del pelo. Algunos autores recomiendan por sistema usar la liendrera a diario hasta por 2-3 semanas después de encontrar al cepillar alguna liendre.

Tras el uso de cualquier sustancia pediculicida es importante proteger bien la cara -y sobre todo los ojos- para que no caiga dentro, y lavar las manos correctamente tras su aplicación.

Existe además actualmente una proliferación de establecimientos con maquinarias para “despiojar” basadas en la combinación de aplicación de aire muy caliente para “deshidratar”, aspiración, y retirada de parásitos/liendres de forma manual. Estos sistemas no deben usarse en menores de 4 años.

La eficacia y seguridad de diferentes “productos naturales” como el aceite del té verde o de lavanda no está bien establecido, al no precisar pasar pruebas al respecto como sí ocurre con los medicamentos, por lo que no está aconsejado su uso en niños, y no está claro que puedan ser útiles tampoco para prevenir las parasitaciones.

Como prevención, algunos autores recomiendan el tratamiento de los convivientes, incluso sin que se objetive en éstos la infestación, ya que en estadíos preliminares puede ser difícil de objetivar. De la misma forma, se recomienda que los convivientes sean revisados una semana tras acabar el tratamiento. Es importante lavar la ropa y ropa de cama con agua muy caliente, y que no se compartan peines, gorros, horquillas, toallas... o cualquier otro material que pueda estar en contacto con la cabeza.

Más información:
- Devore CD, Schutze GE. Head lice. Pediatrics. 2015;135:e1355-65.

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