Los
“runners” (corredores, aficionados a correr) son cada vez más frecuentes. De
hecho, se calcula que más de 30 millones de estadounidenses corren de forma
regular, y cada vez existe una mayor proliferación de carreras, tanto de corta
como de larga distancia.
La
piel es un órgano dinámico, en que pueden originarse cambios en relación a la
práctica deportiva, aunque estos cambios pueden ser muy variables según cuál
sea el deporte practicado. Además, en el caso de los corredores, variará igualmente
según diferentes factores, como el medio en que se corra (pista, calzada, tierra… al aire libre/indoor),
según si se trata de velocistas o corredores de media o larga distancia, y por
supuesto, según a qué nivel competitivo se produzca ese ejercicio, puesto que
no es lo mismo el que corre de forma ocasional y poco intensa, al que lo hace
de una manera más o menos profesional.
Así,
aunque es obvio que correr conllevará beneficios para la salud (a nivel
cardiovascular, control de peso, a nivel psicológico…), la mayoría de estos
corredores desarrollaran trastornos en su piel, que en muchos casos les
llevarán a solicitar ayuda médica. Algunas de estas manifestaciones cutáneas serán
inespecíficas y comunes a otros deportes, mientras que otras serán muy
específicas de esta práctica deportiva.
Dividiremos
estas posibles manifestaciones cutáneas en dermatosis traumáticas, infecciones
cutáneas, dermatosis inflamatorias y dermatosis ambientales y finalmente, el
cáncer de piel.
-Dermatosis
traumáticas:
Aparecen
en relación a traumatismos (que pueden ser microtraumatismos repetidos, o bien
grandes traumatismos), al roce, a la fricción, la presión, etc.
Algunas son muy
frecuentes, y podemos encontrarlas en muchos deportes diferentes, como son la
aparición de ampollas, callosidades y onicodistrofias (alteraciones de las
uñas). Las ampollas deben drenarse manteniendo su techo que actuará como “protector”.
Su prevención se base en el uso de calzado adecuado, doble par de calcetines, y
aplicando vaselina.
Otras alteraciones son bastante específicas, como ocurre
con el llamado “dedo del corredor” con onicodistrofia en la uña del dedo más
largo del pie, que frecuentemente será el segundo dedo, y habitualmente en
forma de hematomas bajo la uña e hiperqueratosis subungueal, y que incluso
puede asociar hinchazón de dicho dedo en relación a los múltiples
microtraumatismos repetidos (del antepie contra la punta del calzado). Estas
alteraciones son más frecuentes al correr “cuesta-abajo”. Los hematomas de la
uña se resuelven con el tiempo (que pueden ser varios meses), y sólo raramente
precisarán de un drenaje. El diagnóstico diferencial más importante sería con
el melanoma acral subungueal y con infecciones de la uña por hongos. Para prevenirlo
es importante ajustar bien los cordones de los zapatos, así como usar un
calzado adecuado (y de un número oportuno) y cortar las uñas correctamente
(rectas y no demasiado cortas).
Igualmente
específico también es el llamado “pezón del corredor”, típico de corredores de
larga distancia, y sobre todo en ambientes fríos, en que por fricción
continuada (más aún si por el frío hay cierta erección del pezón y con humedad
asociada al sudor) se produce fisuración e incluso sangrado en el pezón,
pudiendo apreciarse surcos lineales sanguinolentos en la camiseta.
El llamado
“talón negro” (“talon noir”) consiste en una alteración en que se produce un hematoma subcórneo (muy
superficial) por fuerzas de cizallamiento, y que ante la duda veremos resuelto
al retirar capa córnea (la capa más superficial de la piel) con una hoja de
bisturí. El uso del dermatoscopio también será especialmente útil para su
diagnóstico.
También
se encuentra descrito el “runner´s rump” (“trasero del corredor”), en que se
produce en la zona superior del pliegue interglúteo una cierta hiperpigmentación
por micropetequias resultado del roce de una nalga contra la otra al correr.
Otro
ejemplo de dermatosis traumática son las “pápulas pedálicas piezogénicas”, consistentes en pequeños
bultos blandos que habitualmente aparecen en el talón y son más visibles si se
hace presión sobre ese pie, y que son la expresión de pequeñas hernias hacia el
exterior de la grasa que habitualmente está bajo la piel. Pueden ser (o no) molestas.
También
tenemos los llamados “nódulos del atleta”, que son unos bultos duros relacionados
con traumatismos crónicos (presión, fricción), de diferente tipo. En corredores suelen aparecer en el dorso del pie.
La “púrpura
del corredor” (con lesiones de púrpura/petequias pruriginosas que aparecen en
miembros inferiores y más raramente en cara), que suele aparecer desencadenada al
correr en ambientes calurosos . Suele respetar la zona cubierta por el
calcetín, y puede llegar hasta los muslos. Las lesiones suelen resolverse (con reposo) en
3-10 días.
-Infeciones
cutáneas:
Las
infecciones cutáneas que pueden asociarse a la práctica de este deporte son
muchas y variadas… Aquí influyen diferentes factores, como el sudor, la
maceración, el calzado o la ropa oclusiva, pero también el hecho de compartir
vestuarios, duchas, e incluso el hecho de la llamada “inmunosupresión asociada
al deporte”, y es que ante ejercicios de una gran intensidad se ha demostrado
el desarrollo de una “bajada de defensas”, a expensas fundamentalmente de la
llamada inmunidad celular.
Diferentes
estudios han mostrado la existencia de hongos dermatofitos (“tinea pedis”,
también llamada por algunos “pie de atleta”) en hasta un tercio de maratonianos.
Ésta puede manifestarse de diferentes maneras, con descamación y fisuración
entre los dedos (sobre todo entre los últimos dedos), como descamación a lo
largo de la planta, o incluso en forma de vesículas (pequeñas ampollas), siendo
fundamental en su prevención el evitar la humedad, uso de calzado y calcetín
adecuado, evitar andar descalzo por vestuarios… y cuyo tratamiento suele
realizarse con antifúngicos tópicos (el más efectivo la terbinafina),
precisando en ocasiones el uso de antifúngicos orales.
Son
frecuentes también en relación a la humedad la existencia de infecciones por
corinebacterias que originan unos “hoyuelos” en la piel, que al confluir pueden
dibujar llamativos mosaicos; es la llamada “queratolisis plantar sulcatum”.
Igualmente
frecuentes son las llamadas verrugas plantares o “papilomas”, originadas por
virus del papiloma humano, sobre las que ya comentamos en este blog (leer más)
y que deben ser diferenciadas de las callosidades (clavos plantares, helomas…).
-Dermatosis
inflamatorias:
Sobre
todo merece la pena destacar la existencia de dermatitis (“eccemas”, áreas de
piel enrojecidas, con picor, e incluso con ampollas…) de contacto, que pueden
ser alérgicas o irritativas, originadas por el contacto con diferentes
materiales del calzado o calcetín, y frecuentemente por contacto con cremas o esprays con efecto antiinflamatorio o antibióticas y vendajes usados en casos de esguinces). En
muchos casos será necesario el uso de cremas de corticoides para bajar la
irritación, e incluso ocasionalmente será preciso su uso vía oral.
Además
existen múltiples estudios que destacan que correr podría actuar como
desencadenante de brotes de urticaria (leer más sobre "urticaria"). Especialmente, de urticaria de tipo
colinérgico, en que se producen múltiples pequeños habones “ronchas”
pruriginosos de minutos de duración sobre todo en relación a los cambios de
temperatura. Aquí el uso de antihistamínicos orales antes el ejercicio puede
prevenir los brotes. Igualmente se ha descrito la existencia de anafilaxia
desencadenada por este ejercicio (leer más sobre "anafilaxia"). Esto último suele relacionarse además con la
ingesta de alimentos justo antes de salir a correr, y también podría ser útil
para su prevención (además de no comer nada en las horas antes de correr) la
toma de antihistamínicos o incluso de esteroides, así como evitar correr en
ambientes muy calurosos o muy fríos.
-Dermatosis
ambientales:
Aquí
destacan las congelaciones resultado de correr a temperaturas muy bajas.
El corredor debe saber que la combinación ejercicio-clima frío-viento disminuye
la capacidad de la ropa para aislar, por lo que las prendas mojadas deben
cambiarse cuanto antes.
-Cáncer
de piel:
El
riesgo de cáncer de piel merece una mención aparte, aunque podría englobarse dentro de las dermatosis ambientales, ya que se debe al efecto de las radiaciones ultravioleta al correr al aire libre, y casi todo puede
extrapolarse del post publicado hace tiempo en este blog (ver enlace).
Por
añadir algo al respecto, su prevención se basa en el uso de adecuada ropa
(incluyendo gorras), evitar las horas centrales del día para correr, y en el uso de
fotoprotectores tópicos adecuados, con un FPS de al menos 15, resistente al
sudor, de amplio espectro, que no irrite los ojos… y aún así repetirlo tras
sudar (al menos cada 2-3 horas).
Más información:
-Helm MF, Helm T, Bergfeld W. Skin
problems in the long-distance runner 2500 years after the Battle of Marathon.
Int J Dermatol. 2012;51:263-70.
-Mailler-Savage EA, Adams BB. Skin
manifestations of running. J Am
Acad Dermatol. 2006;55:290-301.
-Christoph S, Cazzaniga S, Hunger RE, et al. Ultraviolet radiation protection and skin cancer awareness in recreational athletes: a survey among participants in a running event. Swiss Med Wkly. 2016;146:w14297 http://www.smw.ch/content/smw-2016-14297/