martes, 9 de febrero de 2016

Acné y Alimentación

La influencia de la dieta en el acné, tanto en su desarrollo como en su perpetuación y gravedad, ha sido históricamente controvertida. Si bien en los años 50 se veía como algo evidente, posteriormente diferente estudios no pudieron demostrar dicha asociación, desmitificándola, y hasta hace relativamente pocos años se tendía a darle una muy baja importancia.
En cambio, en los últimos años dicha asociación de nuevo cobró fuerza, especialmente en relación al índice glucémico o la carga glucémica de la dieta (los azúcares), al consumo de leche y a los ácidos grasos omega-3. Así, se apreció una mayor relación con dietas con elevado índice glucémico o una alta carga glucémica, así como por una elevada ingesta de leche.


-Hidratos de carbono.
En los años 60 varios estudios no consiguieron demostrar una clara relación entre la ingesta de chocolate y el acné. Sin embargo, en los últimos años se revisó este tema, encontrándose diferentes limitaciones y sesgos en dichos estudios, apreciándose claros indicios de la relación entre dietas ricas en hidratos de carbono y el desarrollo y la severidad del acné.
Al parecer, las dietas con muchos azúcares (hidratos de carbono) están implicadas en el desarrollo del acné al inducir una elevación de la insulina sanguínea y factores como el IGF-1 (factor de crecimiento de la insulina-1).
El IGF-1 actúa en distintos órganos como son los testículos y ovarios. En estos últimos –junto con la insulina– estimulan la síntesis de andrógenos, lo que genera manifestaciones cutáneas, irregularidades menstruales e infertilidad, lo que se engloba dentro del llamado Síndrome de los Ovarios Poliquísticos. En el hígado inhibe la producción de la globulina-ligante-de-hormonas-sexuales (SHBG), y al haber más cantidad de fracción libre de las SHBG se produce un aumento en los niveles de andrógenos (hormonas masculinas, presentes en hombres y mujeres, que favorecen el desarrollo de acné mediante el aumento de secreción grasa y favoreciendo la oclusión folicular). Así, el IGF-1 en la piel actúa favoreciendo todos los factores del acné, ya que estimula la proliferación de los queratinocitos basales, aumenta la disponibilidad del receptor de andrógenos, la secreción sebácea y la inflamación folicular.
Esto ocurre fundamentalmente en dietas ricas en hidratos de carbono de absorción rápida, como son pan blanco, arroz blanco, azúcar (bollería, pasteles, etc)…

-Lácteos.
En cambio, la forma en que los lácteos actúan no están tan claros, si bien algunos autores lo relacionan a las hormonas que contienen, así como a otras moléculas bioactivas, que podrían también actuar estimulando el IGF-1. Según diversos estudios, las leches desnatadas podrían ser las que más favorecerían el acné.

-Ácidos Omega-3.
Por otro lado, se ha demostrado que una dieta rica en ácidos grasos poliinsaturados como son los omega-3 presentes en muchos pescados, suprimen la producción de citocinas (señales) inflamatorias que estimularían el acné, originando por tanto un cierto "efecto protector" frente al acné.

-Vitamina A.
El uso de derivados de vitamina A en la forma de retinoides tópicos o sistémicos constituye una herramienta importante en el tratamiento de esta patología. Consecuentemente, se ha planteado un posible efecto en la patogenia del acné de una dieta con bajo aporte de esta vitamina, pero no hay evidencia que lo respalde.

-Fibra.
Se ha demostrado que la combinación de alta ingesta de fibra y baja ingesta de grasa produce una disminución de los andrógenos plasmáticos y urinarios en adultos, aunque son precisos más estudios para contar con evidencia científica suficiente que respalde sus beneficios en el acné.

Recientemente un estudio realizado en diferentes hospitales universitarios italianos sobre más de 500 adolescentes con acné corroboró dichos postulados, ya que mostró una estrecha asociación entre acné moderado-grave y una ingesta elevada de leche, dulces/pasteles y chocolate. Igualmente la obesidad y una ingesta pobre de pescado se relacionaron con acné moderado o grave. Por el contrario, una toma frecuente de pescado (al menos 1vez/semana), y una ingesta elevada de frutas y verduras, así como un bajo índice corporal (no obesidad) se relacionaron con un acné limitado o simplemente a la no existencia de éste.

En definitiva, gracias a la evidencia científica disponible a día de hoy resulta razonable que como dermatólogos recomendemos un estilo de vida saludable a nuestros pacientes con acné, incluyendo una dieta equilibrada y sana, e igualmente debemos promover la actividad física e incentivar la bajada de peso en aquellos que presenten sobrepeso.

Más información:
-Grossi E, Cazzaniga S, Crotti S, et al.; GISED Acne Study Group. The constellation of dietary factors in adolescent acne: a semantic connectivity map approach. J Eur Acad Dermatol Venereol. 2016;30(1):96-100.
-Farías MM, Kolbach M. Acné y dieta: Un nuevo enfoque. Piel(Barc).2012;27(7):378–383.

-Katta R, Desai SP. Diet and Dermatology. The Role of Dietary Intervention in Skin Disease. J Clin Aesthet Dermatol. 2014;7(7):46–51.