El término “Angioma”, según quien lo use,
puede ser utilizado para denominar a muchos tipos de anomalías vasculares, incluyendo
aquí tanto tumores (proliferación de vasos sanguíneos) como malformaciones
(anomalías en dichos vasos), aunque las características de éstas (el
pronóstico, el manejo, la necesidad de pruebas, la necesidad de tratamiento,
las opciones de tratamiento…) puedan ser muy diferente entre sí. Por ello mismo,
es importante un correcto diagnóstico, lo más afinado posible, que nos permita
saber a qué nos estamos refiriendo realmente.
Términos como "angioma plano" (que realmente se refieren a una malformación vascular capilar) o "angioma cavernoso" (que en muchos casos se ha usado como equivalente a una malformación vascular, habitualmente venosa) deberían eliminarse.
Hoy en día, el término “angioma”, o
aún mejor dicho, “hemangioma infantil”, debería reservarse para nombrar a tumores vasculares benignos
propios de la infancia.
Éstos son
los tumores benignos más frecuentes de la infancia; Aparecen por lo general
(aunque existen algunas excepciones) en las primeras semanas de vida, tras el
nacimiento, presentando luego una fase de crecimiento que suele durar varios
meses, posteriormente se estabilizan hasta aproximadamente el año de edad y posteriormente
y durante varios años involucionan (incluso sin tratamiento) aplanándose y
perdiendo su intensidad de color hasta desaparecer parcial o completamente
según el caso; A día de hoy se calcula que entre el 25 y el 70% de los hemangiomas infantiles no tratados pueden dejar finalmente algún tipo de secuela, que afortunadamente son en muchos casos de índole simplemente estética (una mancha rosada, piel "de sobra"...) y que frecuentemente pueden mejorarse con un tratamiento posterior (según el tipo de secuela, éste puede ser láser, cirugía correctora...).
Son más frecuentes en niños de raza blanca, aparecen más en mujeres que en varones, e igualmente son más comunes en niños fruto de embarazos en que han existido condiciones de hipoxia (menor llegada de oxígeno a los tejidos, sobre todo a la placenta) como ocurre en embarazos gemelares, con recién nacidos prematuros, ante madres de edad avanzada...
Habitualmente el diagnóstico suele ser
clínico, si bien en casos atípicos o incipientes pueden ser necesarias
determinadas pruebas como pueden ser pruebas de imagen (ecografía-doppler sobre
todo) o incluso una biopsia de la lesión.
Algunos
hemangiomas dependiendo del aspecto, tamaño, localizaciones y alteraciones
asociadas pueden ser problemáticos. En general, los hemangiomas segmentarios
(aquellos que ocupan territorios más o menos extensos de piel, con formas frecuentemente
geográficas y que pueden corresponder a áreas de piel de desarrollo embrionario
común) suelen asociarse a más complicaciones que los hemangiomas focales (con formas
habitualmente redondeadas).
Las
principales complicaciones que podemos encontrar en los hemangiomas son su
posible asociación a compromiso estético (sobre todo si afectan determinadas
localizaciones como son la cara, nariz, labio o mama o si son de gran tamaño),
el compromiso de órganos vitales (especialmente en angiomas perioculares, con
posible afectación de vía aérea…), la ulceración (más frecuente en angiomas
localizados en pliegues, labios y en la zona del pañal), la existencia de
angiomas en órganos internos (hígado sobre todo), o incluso la asociación con
hipotiroidismo, insuficiencia cardíaca o con determinados síndromes (PHACE,
SACRAL…).
Si
bien en muchos casos no existirá necesidad de tratamiento alguno, en los casos
de hemangiomas en que existan complicaciones o intuyamos que éstas puedan
desarrollarse, además de realizar las pruebas que sean oportunas (ecografía, resonancia…)
según el tipo de angioma, su localización… deberemos plantear la necesidad de
tratamiento.
El
tratamiento de los hemangiomas infantiles ha evolucionado mucho en los últimos
años. Así, si bien clásicamente el tratamiento más usado han sido los
corticoides sistémicos, desde la descripción de la utilidad del propranolol en
hemangiomas infantiles en 2008, éste ha supuesto toda una revolución, consiguiendo
en la mayoría de casos unos excelentes resultados con escasos riesgos para el
paciente, considerándose hoy en día su tratamiento de primera elección.
Más información sobre propranolol en este blog (pulsar aquí).
Desde su descubrimiento, otros fármacos de la misma familia (beta-bloqueantes) han ido mostrando su utilidad en el tratamiento de estas lesiones, destacando entre éstos la utilidad de un preparado tópico ("como una crema") como es el caso del timolol, de gran utilidad en el tratamiento de hemangiomas superficiales.
Una correcta valoración por un dermatólogo pediátrico podría en muchos casos ser muy útil para lograr un diagnóstico precoz y acertado, y lograr el manejo más adecuado para cada caso.
Más información:
-
Leaute-Labreze
C, Dumas de la RE, Hubiche T, et al. Propranolol for
severe hemangiomas of infancy. N Engl J Med 2008;358:2649-51.
- Frieden IJ, Haggstrom AN, Drolet BA et al.
Infantile hemangiomas: current knowledge, future directions. Proceedings of a research
workshop on infantile hemangiomas, April 7-9, 2005, Bethesda, Maryland, USA.
Pediatr Dermatol 2005;22:383-406.