El impétigo es una infección superficial de la
piel originada fundamentalmente por unas bacterias que de por sí podemos
encontrar de forma natural en diferentes áreas de nuestro cuerpo, como son
diferentes cepas de Streptococcus
(estreptococo) y el Staphylococcus aureus
(estafilococo dorado).
Habitualmente se originan tras un contacto directo con otra persona infectada, aunque también puede originarse por colonización desde el propio individuo, por estreptococos provenientes de su faringe, o por estafilococos procedentes de su nariz.
Es frecuente que tras las lesiones iniciales se produzcan posteriormente más lesiones por autoinoculación (el paciente se toca las lesiones y se transmite la infección a otras zonas de la piel). En cualquier caso el paciente suele presentar muy buen estado general, sin que las lesiones produzcan dolor.
Este tipo de infecciones son más habituales en
los niños, aunque pueden aparecer a cualquier edad, y aunque pueden aparecer en
cualquier parte del año, son más frecuentes en verano, al ser favorecidas por
las condiciones de calor, humedad, contacto directo (juegos, más áreas de piel
descubiertas…). Igualmente son más frecuentes en personas con alteración en la barrera cutánea, como puede ser un eccema, por lo que son especialmente habituales, por ejemplo, en niños con dermatitis átópica.
Se considera que existen dos formas clínicas
de impétigo:
-Por un lado, el “Impétigo Simple” o “Impétigo
Contagioso”, la forma más frecuente. Éste suele originarse por estafilococo,
aunque también con frecuencia se origina por estreptococo. Las lesiones cutáneas originadas suelen
originarse por una pequeña vesícula (que habitualmente no es perceptible ya que
rápidamente se rompe originando la típica lesión costrosa, cuya costra es amarillenta, de un
color que recuerda al de la miel (“costra melicérica”). Junto con las lesiones pueden apreciarse adenopatías (ganglios
inflamados) en hasta el 90% de los casos, y si se realizase una analítica
sanguínea (que por lo general no será necesaria) podría apreciarse leucocitosis
en la mitad de los pacientes.
Incluso sin tratamiento las lesiones se suelen
resolver en un mes, si bien teniendo en cuenta lo aparatoso y lo contagioso de
las mismas, debe plantearse un tratamiento lo más precoz posible.
Es importante distinguir esta forma de la
“Piel Escaldada Estafilocócica”, en que las lesiones son muy similares. De
hecho, se producen habitualmente por las toxinas de la misma bacteria (S. aureus), aunque en esta entidad la
bacteria produce las lesiones por la diseminación de las toxinas a distancia,
sin estar presente en la mismas, por lo que los cultivos serían negativos, y
las lesiones son más extensas y llamativas, precisando tratamiento antibiótico
intravenoso.
Habitualmente se trata de una infección
relativamente banal, si bien ésta puede conllevar posibles complicaciones,
tanto en el tejido subcutáneo (originando una celulitis infecciosa), como en
diferentes órganos internos: Así, en el riñón, podría originar una
glomerulonefritis (sobre todo en caso de infecciones por algunas cepas de
estreptococo), a nivel osteoarticular, una osteomielitis o una artritis séptica.
Igualmente podría desencadenar una neumonía, o incluso una septicemia
(infección de la sangre). Ello justifica la importancia de un correcto
diagnóstico, tratamiento y seguimiento de estos casos.
El tratamiento habitual se basa en la
aplicación de una pomada antibiótica sobre las lesiones (fundamentalmente ácido
fusídico o mupirocina), si bien pueden ser útiles determinadas sustancias
astringentes y un descostrado suave de las mismas. Ante casos de impétigo
recurrente o epidemias podría valorarse el uso de una pomada antibiótica nasal
de forma profiláctica. Los antibióticos vía oral se reservan para casos severos
o pacientes inmunodeprimidos.
Más información:
-Darmstadt GL. Impetigo: An overview. Pediatr
Dermatol 1994;11:293-303.
-Van Rijen M, Bonten M, Wenzel R, et al.
Pomada de mupirocina para prevenir las infecciones por Staphylococcus aureus en portadores nasales. Cochrane Plus, 2008
Número 4.