Las
radiaciones solares no son más que unas ondas electromagnéticas con diferentes
frecuencias (longitudes de ondas) que nos permiten diferenciar las radiaciones
visibles (las únicas que el ojo humano percibe), las radiaciones ultravioleta,
y las radiaciones infrarrojas.
Entre los
efectos beneficiosos que las radiaciones solares originan en nuestro organismo
se encuentra el favorecer la síntesis de vitamina D por nuestro cuerpo, la
mejoría de trastornos circulatorios y de la tensión arterial (gracias a su
efecto de vasodilatación sobre los vasos sanguíneos), su efecto eutimizante
(mejora el estado de ánimo)… e incluso nosotros los propios dermatólogos
prescribimos la exposición al sol o “helioterapia”, aunque de forma controlada
y evitando quemarse de personas con determinadas dermatosis como la psoriasis,
el acné, el vitíligo o la dermatitis atópica.
Por otro
lado, debemos también tener en cuenta los posibles efectos perjudiciales que
dichas radiaciones pueden tener sobre nuestra salud. La radiación ultravioleta
C es la más nociva, aunque por suerte ésta no penetra a la atmósfera gracias a
la capa de ozono. La radiación ultravioleta de tipo B es la más clásicamente
asociada al desarrollo de quemaduras y, al producir mutaciones en el ADN, al
desarrollo de cáncer de piel. La radiación ultravioleta A ha sido típicamente
asociada al bronceado rápido y al fotoenvejecimiento prematuro de la piel (con
aparición de arrugas, manchas…) aunque además cada vez parece más obvio su
papel como favorecedor para la producción también de cáncer de piel. Respecto a
las radiaciones visibles e infrarrojas, si bien hasta hace relativamente poco
no se les daba importancia alguna, los últimos estudios postulan su posible
papel también favoreciendo la producción de quemaduras, e incluso de cáncer
cutáneo.
En
definitiva, parece evidente que existen diferentes factores de riesgo para el
desarrollo de cáncer de piel en los individuos que practican deportes“al aire
libre”, que iremos comentando.
1. Horas
de práctica deportiva: No sólo las horas de competición, sino también las de
entrenamiento, y especialmente cuando estas horas de práctica deportiva al aire
libre discurren en las horas centrales del día (11am-5pm). Lógicamente esto
suele ser especialmente importante en el caso de profesionales (competidores,
entrenadores…). Un claro ejemplo es el que habitualmente sucede en el caso del
golf, en que los deportistas desarrollan partidas que pueden durar fácilmente 4
horas, de las cuales varias suelen discurrir en el horario de más riesgo.
2. La situación geográfica: Así, a más altura a
la que se practique el deporte, mayor sensibilidad a las radiaciones
ultravioleta. De este modo, los deportes “de alta montaña” son deportes de
riesgo. Por otro lado, la latitud: siempre existirá una mayor intensidad de las
radiaciones en regiones cercanas a los trópicos.
3. El medio de práctica deportiva: Y es que no
sólo debemos tener en cuenta la exposición solar directa, sino también la
indirecta, que incluye la exposición a aquellas radiaciones que nos alcanzan
por reflexión (al reflejarse en determinadas superficies) y por difusión
(aquellas que existen en el ambiente, que pasan a través de la nubes…). Así se
reflejan el 85% de las radiaciones que llegan a la nieve (los deportes de nieve
son deportes de alto riesgo), el 17% de las que llegan a la arena seca (a tener
en cuenta por ejemplo en el volley-playa), el
5% en el agua (deportes acuáticos en general), 3% en el césped (fútbol
por ejemplo) y 2% de las que llegan al asfalto (corredores).
4. El
sudor: Si bien hace un años existía la creencia de un cierto efecto protector
del sudor frente al sol, hoy en día se sabe que es al contrario: el sudor
produce un aumento de sensibilidad cutánea al sol, favoreciendo el desarrollo
de quemaduras, por un lado, ya que produce una alteración en la capa córnea
(capa más superficial de la piel), y por otro lado, al originar menor reflexión
y dispersión de las radiaciones por la piel, con lo cual dichas radiaciones
penetran más, originando mayor daño. Asimismo, el sudor favorece la dispersión
de la crema protectora, por lo que si sudamos, es fundamental repetir las
aplicaciones de crema de forma frecuente.
5.
Inmunosupresión en relación al deporte: Aunque se relaciona característicamente
deporte y mejor estado de salud, las “defensas” del organismo podrían bajar
(inmunosupresión) ante deportes extremos o entrenamientos excesivos, como puede
ocurrir con los triatletas, los maratonianos… En estos casos dicha
inmunosupresión podría favorecer el desarrollo de cáncer de piel.
6. Falta
de conocimientos y malas actitudes-comportamientos con respecto al sol en
deportistas: Son ya varios los estudios en que se encuestaron a deportistas con
respecto a sus conocimientos respecto al sol (sus peligros, formas de protegerse correctamente) y sus actitudes y comportamientos al respecto (uso de medidas de
fotoprotección, etc). En dichos estudios se comprobaron los escasos
conocimientos con respecto a los peligros del sol, y los malos hábitos de
exposición solar desarrollados por los deportistas.
De hecho,
existen ya estudios q correlacionan claramente los deportes al aire libre y el
cáncer de piel, y esto se ha demostrado en estudios desarrollados en deportes
tan variados como son deportes de remo, surf, maratón, cricket, tenis… en diferentes países.
En nuestro
país tenemos el caso del tenista Félix Mantilla, que llegó a estar en el
“top-ten” de los tenistas mundiales, y que sufrió un melanoma. Posteriormente
Félix Mantilla creó una fundación sin ánimo de lucro cuyos objetivos son
promover la salud a través del deporte, fomentar conductas saludables y
favorecer la investigación en cáncer de piel (Página web de la fundación).
En nuestra
área tuvimos la oportunidad de realizar una campaña de fotoprotección en
golfistas, con interesantes resultados. (entrada sobre golf y cáncer de piel)
En
cualquier caso, lo importante es que esta información (riesgos del sol y
medidas de protección solar) llegue a los propios deportistas… igual que se les
informa de otros riesgos que pueda tener cada deporte de forma individual… y por
supuesto, conseguir igualmente la concienciación de los médicos deportivos, que
deben estar entrenados para lograr además un diagnóstico precoz del cáncer de
piel.
¡En
definitiva, deporte al aire libre sí, pero protegiéndonos la piel!
Más información:
-En este blog: Cambios en la piel del corredor: http://javierdelboz.blogspot.com.es/2016/03/cambios-en-la-piel-del-corredor.html
- Moehrle M. Outdoor Sports and Skin Cancer. Clin Dermatol. 2008;26:12-5.
-Harrison SC, Bergfeld WF. Ultraviolet Light and Skin Cancer in Athletes. Sports Health. 2007.
- Moehrle M. Outdoor Sports and Skin Cancer. Clin Dermatol. 2008;26:12-5.
-Harrison SC, Bergfeld WF. Ultraviolet Light and Skin Cancer in Athletes. Sports Health. 2007.