Siguiendo con las conclusiones del interesante
artículo recientemente publicado en la revista Journal of the European Academy
of Dermatology and Venereology -como resultado de una minuciosa revisión de la
evidencia científica que avala el manejo de la Dermatitis Atópica (DA)-, otras interesantes
conclusiones fueron:
1. Terapia Antimicrobiana:
-En niños con DA existe una alta tasa de
colonizaciones por Staphylococcus aureus, bacteria que podría estar implicada
en el desencadenamiento de brotes de eccemas y en su resistencia a diferentes
tratamientos.
-Un tratamiento a corto plazo con antibióticos
sistémicos (orales generalmente) puede ser beneficioso si la piel está
claramente sobreinfectada por bacterias, pero no si no hay signos de infección.
-Hay evidencia de que el uso de antisépticos es
beneficioso en el tratamiento de la DA (de hecho algunos estudios sugieren el
beneficio de diluir mínimas cantidades de lejía en una bañera llena de agua 1-2
veces por semana para el baño de estos pacientes).
-La aplicación a largo plazo de cremas antibióticas
no se recomienda en estos pacientes por el riesgo de la producción de
resistencias a los mismos por parte de los gérmenes, y de sensibilizaciones
(alergias) a algunos de estos antibióticos.
-Ya que la mayoría de pacientes con DA mejoran en
verano (especialmente en la costa), se ha aplicado en éstos tratamiento con
lámparas de ultravioleta (especialmente lámparas de rayos UVB “de banda
estrecha”), aunque hay que tener en cuenta que la exposición a rayos UV a largo
plazo puede asociarse con el desarrollo de cáncer de piel.
3. Tratamientos inmunosupresores sistémicos:
Reservados para casos severos o muy sintomáticos,
precisándose una correcta valoración del perfil riesgo/beneficio y controles
periódicos a diferentes niveles.
-El uso de corticoides sistémicos (orales,
intravenosos, intramusculares…) puede plantearse fundamentalmente para el
tratamiento de brotes intensos y agudos de eccemas, en cortos periodos de
tiempo.
-Ciclosporina: Útil en casos severos de DA,
precisándose controles periódicos, especialmente de Ta y función renal.
-Azatioprina: Especialmente para casos en que la
ciclosporina no sea útil o esté contraindicada, existiendo escasos estudios en
niños-adolescentes.
-Micofenolato: Igual que con azatioprina.
-Metotrexate: Igual que con azatioprina.
Reservados para pacientes con DA con resistencia (o
contraindicación) frente a los tratamientos anteriores, podrían plantearse:
fundamentalmente omalimumab, alefacept y rituximab.
5. Inmunoterapia específica (“vacunas”):
No existe suficiente evidencia científica que avale
el uso de ácidos grasos insaturados (ya sea en crema o en pastillas), el uso de
hierbas medicinales, de hierbas chinas, acupuntura, autotransfusiones, homeopatia,
aromaterapia, masajeterapia, sales de baño, cremas de vitamina B12...
Diferentes estudios postulan la utilidad del uso
suplementos orales de vitamina D y E en la DA, aunque igualmente aún son
necesarios más estudios que avalen estos resultados.
Por otro lado, debemos ser conscientes que todos
estos tratamientos pueden producir igualmente efectos adversos en el organismo.
7. Consejo psicológico:
Las intervenciones psicoterapéuticas han demostrado
su utilidad como acciones complementarias en el manejo de la DA, incluyendo
intervenciones educacionales que pueden mejorar la adherencia al tratamiento,
ayudando además a sobrellevar mejor la enfermedad, con una mejoría en la
dinámica familiar, la calidad de vida (en el paciente y su familia) y en la relación
paciente-familia-médico.
8. Programas Educacionales:
Las “escuelas de atopia”, ya implantadas en muchos
países (nosotros tuvimos la oportunidad de realizar una en el servicio de
Dermatología del H. Costa del Sol), tanto dirigidas a niños como a adultos, han
mostrado su beneficio, llegando a hacer que los pacientes presenten menos
sintomatología, mejor adherencia al tratamiento, e incluso menor necesidad de
medicación.
Más información:
-Ring J, Alomar A,
Bieber T, et al. Guidelines for treatment of atopic eczema (atopic dermatitis). J
Eur Acad Dermatol Venereol 2012.