Los anticonceptivos orales (“la
píldora”) son usados por millones de mujeres por todo el mundo desde hace
décadas (más de 50 años). A pesar de ello, existe amplio desconocimiento
respecto a muchos de sus posibles beneficios, predominando un miedo en muchas
ocasiones no justificado a sus posibles efectos secundarios.
Nos centraremos en este caso en
los anticonceptivos hormonales “en pastillas” ya que otros tipos de anticonceptivos
hormonales no asocian antiandrógenos, por lo que (como luego veremos) no
resultan de especial interés en tratamientos dermatológicos. Algunos ejemplos
son el anillo vaginal (Nuvaring®), el parche anticonceptivo (Evra®), los
anticonceptivos intramusculares (Depo-progevera®, los implantes subdérmicos
(Implanon®) o el dispositivo intrauterino (DIU Mirena®).
Intentaremos en este post revisar de forma
objetiva el tema y despejar posibles dudas al respecto con la ayuda de la Dra.
Marta de la Peña, ginecóloga en Hospital Quirón Málaga.
¿Qué son los anticonceptivos
orales?
Los anticonceptivos hormonales
son unas “pastillas” cuyo mecanismo de acción fundamental es la inhibición de
la ovulación, lo que les confiere una alta eficacia anticonceptiva, reversible
tras la suspensión de su administración.
Los anticonceptivos orales pueden
ser combinados (compuestos por un estrógeno y un progestágeno) o bien estar
sólo compuestos por gestágenos (que es el componente sobre el cual recae la
capacidad inhibitoria de la ovulación).
Beneficios potenciales de los
anticonceptivos orales:
Fundamentalmente son utilizados
para evitar embarazos indeseados (“anticonceptivos”), aunque también por muchos
otros motivos. Así, también son útiles en muchos casos para aliviar los
síntomas previos a la regla (evitan retención líquidos, disminución de dolor
mamario,...), aliviar los síntomas durante la regla (dolor abdominal, de
ovarios,...), como tratamiento de enfermedades ginecológicas (miomas,
endometriosis,...), mejoría de la anemia (reducción del sangrado)…
Todos los anticonceptivos orales
son potencialmente útiles en controlar el ciclo menstrual, prevenir anemia,
protegen frente a algunos tipos de cáncer (ovario, endometrio, colon-recto),
protegen frente a la Enfermedad Inflamatoria Pélvica, protegen en patología mamaria
benigna…
Los dermatólogos (y ginecólogos,
endocrinólogos…) los prescriben con frecuencia para paliar los síntomas del
llamado “síndrome de ovario poliquístico” (SOPQ), que con frecuencia conlleva
lesiones de acné, exceso de vello (hirsutismo) -aunque también pérdida de cabello (alopecia)-,
exceso de grasa en cara y/o cabello (seborrea), además de reglas irregulares y
dolorosas...
De hecho, en una reciente encuesta
levada a cabo por el Dr. Tomás Toledo, dermatólogo, 3 de cada 4 dermatólogos
españoles referían prescribir habitualmente anticonceptivos orales en casos de
acné.
Por otro lado, son también
prescritos (precisamente por este efecto anticonceptivo) como “acompañantes” de
tratamientos que pueden conllevar daños para el feto en caso de un posible
embarazo. En el caso de los dermatólogos, un buen ejemplo es la isotretinoina
(también conocida como “roacutan”).
Además, los estrógenos que
contienen los anticonceptivos tienen efectos beneficiosos para la salud como
son el reducir los niveles de colesterol “perjudicial” (LDL-c) y elevar los
niveles de colesterol “beneficioso” (HDL-c).
¿Cómo producen sus efectos?
Los anticonceptivos orales suelen
contar con unas sustancias conocidas como gestágenos, que según sean de uno u
otro tipo, pueden tener diferentes efectos.
Así, pueden tener efecto
“antimineralocorticoide”, que evitaría la retención de líquidos, o efecto
“antiandrogénico”, reduciendo el efecto de los andrógenos (hormonas masculinas
también presentes en las mujeres) en piel y cabello (reduciendo por tanto la seborrea,
el acné, el exceso de vello)…
Pero igualmente, algunos pueden presentar
efecto glucocorticoide, que podría producir retención de líquidos, o efecto
androgénico, pudiendo originar el exceso de vello, de grasa…
¿Cuáles son a día de hoy los
anticonceptivos orales más utilizados por los dermatólogos?
Los dermatólogos usan
fundamentalmente aquellos anticonceptivos orales que cuentan con efecto
antiandrogénico. Destacan aquellos con acetato de ciproterona (Diane®, Gyneplen®), con
drosperidona (Yasmin®, Dretine®, Yasminelle®, Yaz®…), dienogest (Ailyn®, Sibilla®,
Donabel®, Danielle®, Glaira®) o con clormadinona (Belara®, Balianca®).
Durante estas décadas de uso de los
anticonceptivos orales, éstos han conseguido un efecto anticonceptivo más
eficaz (y efectivo), se han hecho más seguros y mejor tolerados, se han hecho
más versátiles (han aumentado sus posibles indicaciones de uso) y se han
incrementado las alternativas para una anticoncepción más individualizada, por
lo que si no se tolera bien un anticonceptivo, puede probarse con otros.
¿Qué pruebas son necesarias antes
de comenzar un tratamiento con anticonceptivos orales?
Lo fundamental es que antes se
haya realizado una buena historia clínica para descartar posibles
contraindicaciones del tratamiento, y es oportuno tener una medida reciente de
tensión arterial y peso-talla (fundamentalmente, para ver si hay obesidad). En
mujeres mayores de 35 años o en mujeres con sobrepeso o con antecedentes
personales de diabetes en el embarazo, o antecedentes en la familia de
problemas coronarios, diabetes, hiperlipemias (elevación de colesterol o triglicéridos) o hipertensión, se recomienda además realizar
previamente una analítica sanguínea.
¿Qué debemos conocer una vez
comenzado el tratamiento con un anticonceptivo oral?
-Cómo tomarlo: Existen varias
pautas posibles (toma diaria, toma por 21 días y luego descanso de 7, toma por
24 días y luego descanso de 4…). Por lo general la primera pastilla al comienzo
del tratamiento deberá coincidir con el primer día de la regla.
-Es fundamental realizar el
cumplimiento del tratamiento de forma correcta. Esto es primordial para
conseguir un efecto correcto (sus escasos fallos como método para prevenir
embarazos suelen relacionarse con una toma incorrecta de los mismos).
-Una vez iniciado el tratamiento,
no es necesario realizar ningún descanso, ya que la reversibilidad de sus efectos
no está relacionado con el tiempo de uso, y para poder apreciar mejor sus
posibles beneficios es por lo general necesario esperar unos meses (en el caso
del acné y el hirsutismo, son especialmente evidentes a partir de llevar 6
meses de tratamiento).
¿Son dañinos para la salud los
anticonceptivos orales?
Un porcentaje importante de
mujeres que podrían beneficiarse de la toma de ACO no lo hacen por miedo a los
posibles efectos adversos, e igualmente la
tasa de abandono “por su cuenta” después de tomarlos por pocos meses es
alta, por idénticos motivos, y en muchos casos, se trata de miedos “no
justificados”, en relación a la “mala fama” adquirida por esta medicación,
probablemente en relación al elevado porcentaje de efectos adversos que podían
encontrarse en los ACO más “antiguos”.
Los estrógenos que contienen
pueden ser perjudiciales al elevar los niveles de glucosa (“el azúcar”) y de
triglicéridos (un tipo de grasas) y aumentar la coagulabilidad (“hacer la
sangre más espesa, favoreciendo los trombos”). Igualmente los gestágenos pueden
ser perjudiciales al elevar los niveles de colesterol “perjudicial” (LDL-c),
disminuir el colesterol “beneficioso” (HDL-c) y aumentar el depósito de las
placas de ateroma (favoreciendo trombos).
Afortunadamente, a día de hoy los
anticonceptivos orales son muy seguros, siendo excepcional la aparición de
efectos secundarios graves, como pueden ser trombosis venosa (superficial o
profunda), ictus, infartos y anginas de pecho, y éstos por lo general pueden
prevenirse realizando una adecuada selección del paciente (evitando su uso en
casos con importantes factores de riesgo asociados) y del anticonceptivo. Esto
es así ya que la posibilidad de trombosis y otros efectos adversos
“importantes” aumenta cuanto mayor es la dosis de estrógenos (etinilestradiol
por lo general) y gestágenos que contiene el anticonceptivo, y en los anticonceptivos
actuales estas dosis son por lo general bajas. Asimismo, estos riesgos son mayores en el primer año de uso del anticonceptivo (o en el primer año de reiniciar su uso).
Por otro lado, los
anticonceptivos orales no afectan al crecimiento o el desarrollo del sistema
reproductor.
¿Quién NO debe tomar
anticonceptivos?
En cualquier caso, los
anticonceptivos orales estarían contraindicados (según la Organización Mundial de la
Salud, año 2000) en mujeres con antecedentes de tromboembolismo pulmonar o
trombosis venosa profunda, o de enfermedad coronaria (angina de pecho/infarto) o
cerebrovascular, en diabéticas "con complicaciones", en mujeres con antecedentes
de cáncer de mama (podría plantearse su uso tras 5 años de su tratamiento sin
recurrencias, aunque aún habría riesgos asociados), en embarazadas, en mujeres
con enfermedad del hígado (y los riesgos también aumentan en mujeres con
alteraciones de la vesícula biliar o alteraciones en páncreas), en mujeres con
cefaleas con síntomas neurológicos focales (por ejemplo, con migrañas que se acompañan de mareos...), ante cirugía mayor que precisará
inmovilización prolongada, en mujeres mayores de 35 años que fuman más de 20
cigarros/día (aunque de por sí en mujeres mayores de 35 años que fumen existen
más riesgos de efectos secundarios graves), y en hipertensas (con tensión
arterial>160/100).
En el caso de mujeres dando
lactancia materna (y en mujeres que no deben tomar estrógenos, por factores de
riesgo cardiovascular u otros motivos), pueden usarse algunos anticonceptivos
que sólo contienen progesterona (Cerazet® o Azalia®).
La hiperlipemia severa
(alteración en grasas en sangre, con valor de triglicéridos>1000) también puede ser una contraindicación según algunos autores.
Por otro lado, no existiría
ningún problema para su uso tras un parto (si ya pasaron 21 días), tras un aborto (con aborto realizado en 1er o 2º trimestre de embarazo), antecedente
de diabetes gestacional, ante venas varicosas, sangrado vaginal irregular sin
anemia, antecedentes de Enfermedad Pélvica Inflamatoria o Enfermedad de
Transmisión Sexual, ante VIH+, enfermedad benigna mamaria, ante antecedentes
familiares de cáncer de mama, ovario o endometrio, en portadores de virus de
hepatitis, ante obesidad, o ante enfermedad del tiroides.
Síntomas de alarma durante el tratamiento
Aunque el riesgo de efectos secundarios "graves" (coágulos) es bajo, se recomienda que abandone el tratamiento con el anticonceptivo oral y acuda a su médico en caso de...
-Dolor intenso o hinchazón en una pierna.
-Dificultad para respirar o tos intensa de aparición repentina, sin una causa evidente, o ante dolor en el pecho que aumenta al respirar profundo.
-Dolor en el pecho de forma intensa y repentina, o acompañado de sensación de presión, que se "dirige" a la espalda, la mandíbula, la garganta, el brazo...
-Repentina debilidad o sensación de adormedicimiento de la cara, un brazo, o una pierna, confusión repentina...
En resumen, los anticonceptivos orales tienen una gran cantidad de efectos beneficiosos potenciales, y la aparición de anticonceptivos de nueva generación, junto con una correcta selección de la paciente -que realice el tratamiento (y sus controles) de forma correcta- permiten que sus posibles efectos adversos sean poco frecuentes y raramente de importancia.
-Dificultad para respirar o tos intensa de aparición repentina, sin una causa evidente, o ante dolor en el pecho que aumenta al respirar profundo.
-Dolor en el pecho de forma intensa y repentina, o acompañado de sensación de presión, que se "dirige" a la espalda, la mandíbula, la garganta, el brazo...
-Repentina debilidad o sensación de adormedicimiento de la cara, un brazo, o una pierna, confusión repentina...
En resumen, los anticonceptivos orales tienen una gran cantidad de efectos beneficiosos potenciales, y la aparición de anticonceptivos de nueva generación, junto con una correcta selección de la paciente -que realice el tratamiento (y sus controles) de forma correcta- permiten que sus posibles efectos adversos sean poco frecuentes y raramente de importancia.
Más información:
-Sáncho Pérez B. El uso de
anticonceptivos en dermatología. Más Dermatol. 2010;11:14-18.
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