Si bien a día de hoy tenemos claros los posibles efectos nocivos del sol sobre nuestra piel, incluyendo el temido cáncer de piel, así como las quemaduras, y el envejecimiento cutáneo, nos encontramos igualmente con muchos mitos respecto a las cremas de protección solar y lo que les rodea. Intentaremos a continuación desgranar algunos de los más frecuentes.
Mito:
Si nos exponemos al sol y previamente nos aplicamos una crema de protección
solar, no existe riesgo alguno para nuestra piel.
Realidad:
Está demostrado que la crema protectora por sí sola no es una medida de
protección solar suficiente, por lo cual su uso nunca debe ser una excusa para
recibir más sol del conveniente. El mejor método de protección solar es evitar
la exposición solar directa buscando la sombra
reduciendo el tiempo de exposición, especialmente a las horas centrales
del día.
Mito:
El Factor de Protección Solar (FPS) nos indicará el grado de protección solar
frente a todas las radiaciones procedentes del sol.
Realidad:
El FPS, indicado con un número en la crema, da información de la protección
frente a las radiaciones ultravioleta B (UVB), responsables de quemaduras y del
desarrollo de cáncer de piel, pero no frente a las A, muy implicadas en el
envejecimiento cutáneo, pero también en el desarrollo del cáncer de piel. Se
calcula que el factor de protección de estas cremas frente a las radiaciones
ultra violeta A será aproximadamente 1/3 del indicado para las UVB (FPS). Algunas
cremas ya incluyen protección frente las radiaciones infrarrojas, que
representan el 30% de las radiaciones solares e inducen el envejecimiento de la
piel.
Mito:
El número de FPS informa las veces que puede aumentarse el tiempo de exposición al sol sin quemarnos.
Realidad:
Este número es resultado de dividir la cantidad de radiación UV que origina
eritema (rojez, que ya se considera una quemadura), o MED (minimal erythema
dose) en la piel protegida con la crema respecto a la cantidad de radiación que
originaría MED en la piel no protegida (sin crema). Es decir, indica sobre cuánto más esa
crema aumentará esa capacidad de defensa. Por ejemplo, una crema con un FPS 4
no siginificará que el tiempo de exposición al sol sin quemarse esa persona
puede aumentarse x 4, sino que la dosis de radiación UV requerida para que esar
persona se queme (se forme eritema) en la piel en que se aplicó la crema deberá
ser 4 veces más potente que en la piel no protegida por la misma.
Mito:
La mejor crema de protección solar es la “pantalla total”.
Realidad:
Las cremas de “pantalla total” no existen. Ninguna filtra absolutamente todas
las radiaciones solares. Habitualmente los dermatólogos recomendamos usar
filtros con factor de protección solar (FPS) mínimo de 30, ó de 50 en caso de
personas con mayor sensibilidad (piel clara que no se broncea y se quema con
facilidad, personas con antecedentes personales o familiares de cáncer de piel,
niños…). A partir de un FPS de 50 (que nos protege del 98% de las radiaciones),
la protección obtenida no es mucho mayor, de ahí que la normativa europea califique
como “muy alta” la protección desde un FPS de 50, y que en muchos casos ya en
vez de indicar un factor mayor a 50, ya sólo se refiera como “50+”. Sí aconsejamos buscar cremas fotoprotectoras de amplio espectro (con protección frente a UVA, UVB e infrarrojos), con un factor de protección solar elevado y que sea hipoalergénica.
Mito:
Si nos aplicamos una crema con un FPS elevado, es imposible quemarnos.
Realidad:
Debemos tener en cuenta que raramente nos ponemos la cantidad correcta de
crema, ni lo hacemos en condiciones ideales: Para protegernos obteniendo la
protección que pone el envase (obtenido en situaciones “ideales”) deberíamos
ponernos unos 30mL en todo el cuerpo por cada aplicación (2mg/cm2 de
piel), lo cual no sucede, sino que normalmente usamos entre el 25 y el 50% de
dicha cantidad. Al aumentar el FPS que usamos, con menor cantidad de la que
deberíamos, obtenemos al menos una protección aceptable. De hecho, en Estados
Unidos las cremas no pueden tener un factor de protección inferior a 15, y
deben proteger tanto de los rayos ultravioleta A como B.
Mito: Si nos aplicamos una crema con un FPS elevado, es imposible broncearnos.
Realidad: Un índice de protección solar elevado no impide bronceado, y aunque el bronceado tarde más en aparecer, se mantendrá más tiempo y (siempre que sigamos protegiéndonos) sin riesgo de quemaduras.
Mito:
Una crema de protección solar en que veamos que es “resistente al agua”
mantendrá su acción tras baños prolongados.
Realidad:
Cuando veamos “resistente al agua” en las etiquetas de estas cremas esto sólo
implica que se mantiene tras dos baños de veinte minutos separados por 15
minutos con la piel secada al aire, y un secado enérgico con la toalla puede
eliminar hasta un 85% de la protección solar. Igualmente, en Estados Unidos las
cremas fotoprotectoras no pueden anunciar en su etiqueta que son resistentes al
agua, sino el tiempo que son eficaces en medio acuoso. Así, lo ideal es repetir
la aplicación de la crema tras cada baño.
Mito:
Cualquier crema de protección solar puede originar una reacción alérgica.
Realidad:
Si bien los filtros (sustancias usadas en fotoprotección) químicos e incluso
orgánicos pueden originar alergias (aunque no es algo frecuente), los filtros
físicos no pueden originar reacción en la piel, y por ello (aunque su
cosmeticidad es menor: se extienden peor, pueden dejar en la piel residuos…)
son recomendados en niños y en adultos con alergias.
Mito:
La Oxibenzona, el Titanio y el Zinc (sustancias que contienen muchos
fotoprotectores) son dañinas para el organismo.
Realidad:
La Oxibenzona es un filtro orgánico con potencial para originar alteraciones
hormonales según se comprobó en estudios animales. Sin embargo, en dichos
estudios se usó en cantidad muy altas; De hecho, según un estudio se calculó
que estos niveles sólo podrían alcanzarse tras más de 277 años aplicando a
diario la crema con oxibenzona en la piel, y según otro estudio los niveles de
la sustancia no se van acumulando en el organismo (es expulsada).
El
dióxido de titanio y el óxido de zinc son filtros inorgánicos cuyo uso en forma
de partículas cada vez menores ha originado también cierta preocupación por su
potencial papel liberando radicales libres. Si embargo, según estudios estas
partículas no llegan a penetrar la piel, y por otro lado, no se han visto que
originen efectos nocivos en células de mamíferos según otro estudio.
Todas
las sustancias permitidas para el uso de estas cremas están reguladas, y antes
de su aprobación, deben pasar muchas pruebas que aseguren su mayor seguridad
para la salud.
Mito:
El uso de cremas solares no permite la formación de vitamina D.
Realidad:
La vitamina D es una vitamina liposoluble importante para el funcionamiento del
organismo cuya formación depende fundamentalmente de la exposición cutánea a
las radiaciones UVB de la luz solar. De forma teórica el uso de fotoprotector a
2mg/cm2 puede reducir su formación al bloquear la llegada de estas radiaciones
a la epidermis, pero los datos clínicos indican que en realidad la aplicación
de estas cremas es inadecuada (aplicamos por lo general ¼ parte de la cantidad
ideal), resultando en una mayor exposición al sol que incluso lleva a una
producción aumentada de vitamina D en usuarios de fotoprotectores. Por otro
lado, se recomienda que se evite buscar la formación de vitamina D a través de
una excesiva exposición solar, y sobre todo ante el riesgo de déficit de la
vitamina por escasa exposición solar o peor asimilación (ancianos, bebés,
enfermos, personas de piel negra…); estas personas deben ser suplementadas con
vitamina D oral (cápsulas, gotas, ampollas…).
Probables
Mitos y Realidades: Aunque son necesarios más estudios que lo corroboren,
existe cierta información que parece indicar que…
Si
bien suele indicarse que una crema fotoprotectora que usemos tras 12 meses
abierta será perjudicial para la salud, y aunque no podamos
aconsejar esta práctica (y más aún si vemos alteración en el color o la textura
del producto), con mucha probabilidad el mayor problema que tendrá esa crema
será que haya perdido algo de su eficacia como protectora solar.
Por
otro lado, suele aceptarse que es totalmente necesario aplicar la crema
protectora con una antelación de al menos 30 minutos para que ésta pueda activar
su acción de protección solar, si bien probablemente aplicando la crema unos 5
minutos antes de exponernos al sol esto sería ya suficiente para que se
activase su poder fotoprotector.
Más
información:
- Skotarczak K, Osmola-Mańkowska A,
Lodyga M, Polańska A, Mazur M, Adamski Z. Photoprotection: facts and
controversies. Eur Rev Med Pharmacol Sci. 2015 Jan;19(1):98-112. Review.
- Mancebo SE, Hu JY, Wang SQ. Sunscreens:
a review of health benefits, regulations, and controversies. Dermatol Clin.
2014 Jul;32(3):427-38.
Gracias por toda esta información sobre cremas de protección solar
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