Las urticarias suponen un motivo
frecuente de consulta al dermatólogo, al presentarse en forma de brotes de
lesiones cutáneas, pero también al alergólogo, ante la falsa creencia de
encontrarnos ante una alergia, cuando la mayoría de casos no lo son
propiamente.
Se trata de un trastorno
frecuente (se calcula que puede afectar a una de cada 5 personas a lo largo de
la vida) y que puede aparecer a cualquier edad, aunque diversos trabajos
muestran mayor tendencia en adolescentes y adultos jóvenes. Entre niños y
adolescentes la urticaria aguda es más común que la crónica y esta última es
dos veces más frecuente en mujeres que en hombres.
Clínica:
Los habones (“ronchas”), lesiones
típicas de la urticaria, son lesiones rosadas, algo pálidas en su centro, sobreelevadas
(por el edema -hinchazón- que originan a nivel de la dermis superficial)
típicamente pruriginosas (acompañadas de picor), y que pueden coalescer
formando grandes placas. Cuando el edema es más profundo, a nivel de dermis
profunda/subcutáneo o bien cuando afecta a membranas mucosas, se origina el
“angioedema”, que en muchos casos también puede estar presente junto con las
lesiones de urticaria. Cuando hay angioedema frecuentemente la piel de la zona
tiene coloración normal.
Habones
Normalmente cada lesión
individual de urticaria (los habones) no suele perdurar por más de 24-48 horas
de forma fija (de hecho generalmente desaparecen en 2-6 horas), si bien mientras
unas desaparecen (sin dejar rastro), a la vez (o unas horas después) pueden ir apareciendo otras
nuevas lesiones similares. En el caso de las lesiones de angioedema, éstas
pueden ser más persistentes en el tiempo.
Si las lesiones perduran por más
tiempo, o si dejan algún tipo de secuela, probablemente no estemos ante una
urticaria.
Es frecuente que estas lesiones
se asocien a dermografismo (fenómeno por el que se induce en la piel
vasoconstricción seguida de picor, eritema e inflamación lineal), en que se
inducen lesiones habonosas tras la fricción de la piel con un objeto romo.
Dermografismo
Signos de alarma:
El paciente debe buscar
asistencia médica urgente si presenta urticaria o angioedema y también tiene
alguno de estos síntomas:
Dificultad
para respirar
Opresión en la
garganta
Náuseas y
vómitos
Calambres o
dolor de estómago
Desmayos
Diagnóstico:
El diagnóstico de urticaria es
por lo general sencillo: se realiza de forma eminentemente clínica, al
encontrarnos ante la aparición de habones que se acompañan de picor (o
sensación de quemazón), y que típicamente van apareciendo y desapareciendo en
diferentes localizaciones. Es importante procurar averiguar si existe algún
posible desencadenante evidente y si existen síntomas o signos que puedan
sugerir la existencia de algún trastorno sistémico o de una vasculitis. En la
mayoría de casos en que no se aprecien estos signos o síntomas si se hace una
analítica ésta será normal, por lo que por lo general ésta no estaría indicada
de forma rutinaria, sino solo si los síntomas persisten en el tiempo.
Etiopatogenia:
Aunque la etiopatogenia de la
urticaria no está completamente aclarada, sabemos que se desencadena por
fenómenos inmunitarios que en ocasiones son la consecuencia de un proceso
alérgico a algún alimento o medicamento, aunque en la mayor parte de casos no
se encuentra desencadenante evidente, y conocemos del papel fundamental de los
mastocitos, unas células cuya degranulación (“vaciado”) origina una reacción
por liberación de sustancias (sobre todo la histamina) que dan origen a la
clínica.
Clasificación:
Las urticarias suelen
clasificarse en función de su duración y aparente origen.
Se considera urticaria aguda
cuando las lesiones tienen una duración menor a 6 semanas y urticaria crónica
cuando su duración es mayor. Es importante realizar dicha distinción ya que en
los casos de urticaria aguda no se considera necesario por lo general realizar
pruebas complementarias (como por ejemplo una analítica sanguínea). Más de dos
terceras partes de los casos de urticaria son agudas.
La urticaria crónica a su vez
comprende tanto a la urticaria crónica espontánea (UCE) –en que no hay una
causa evidente, y que suele entenderse como un trastorno puramente
inmunológico- como a las urticarias crónicas inducibles (en que se encuentra
una posible causa), las cuales a su vez pueden ser físicas o no físicas.
Ejemplos de urticarias físicas
son la urticaria por frío (“a frigore”), por la sudoración (urticaria
colinérgica), la urticaria por presión (por ejemplo, desencadenada por el uso
de ropa ajustada) o la urticaria acuagénica (que comienza tras el contacto con
el agua).
Posibles causas:
Aunque en muchos casos no se
encuentre un desencadenante evidente, en casos de urticaria aguda sí
es más probable que pueda encontrarse un origen.
Entre las causas más frecuentes
encontramos las infecciones, reacciones alérgicas a medicamentos, comidas o
picaduras y la toma de antiinflamatorios.
Las infecciones (virus,
bacterias, parásitos…) son una causa frecuente de urticaria en niños. A veces
es difícil saber si la urticaria es secundaria a la infección o a la toma de
antibióticos para dicha infección.
Los fármacos más implicados en el
origen de las urticarias son los antibióticos, y sobre todo los betalactámicos
(penicilinas, cefalosporinas). Los antiinflamatorios no esteroideos (como
ibuprofeno, AAS, naproxeno…) pueden originar estos cuadros por diferentes
mecanismos.
Los insectos también pueden originar
cuadros urticariales, sobre todo los del género Hymenoptera (abejas, avispas…)
y Triatoma (chinches).
El látex también puede originar
urticaria/angioedema en personas alérgicas.
Determinados alimentos y aditivos
alimentarios pueden originar urticaria, típicamente 30 minutos tras la ingesta,
siendo la leche, los huevos, los cacahuetes, el melocotón, las nueces, la soja
y el trigo son los más frecuentes en niños, y pescados, mariscos, nueces y
cacahuetes los más frecuentes en adultos. Respecto a los aditivos, no suelen
ser los sintéticos, sino algunos colorantes naturales los más frecuentemente
implicados.
Existen también alérgenos que
origan estos cuadros tras contacto con los mismos, como ocurre con determinadas
plantas (ortigas por ejemplo) y resinas, frutos…
Otra causa relativamente común de
urticaria son reacciones infusionales: la infusión intravenosa de diferentes
fármacos, que puede originarla por diferentes mecanismos inmunológicos. Esto
puede ocurrir con contrastes yodados, relajantes musculares, sedantes, fármacos
biológicos…
Aunque suponen una causa menos
frecuente, también algunas enfermedades sistémicas pueden acompañarse de
episodios de urticaria, incluyendo a las mastocitosis y a enfermedades
autoinmunes como lupus sistémico, artritis reumatoide, síndrome de Sjögren,
celiaquía, tiroiditis… Y de forma aún más excepcional, pueden aparecer
acompañando cuadros de neoplasias hematológicas. En estos casos asociados enfermedades
sistémicas suele tratarse de urticaria crónica.
Por otra parte, si encontramos
angioedema sin asociarse a urticaria, deberían considerarse causas como origen
farmacológico (por ejemplo por antihipertensivos del grupo de los IECAs),
angioedema idiopático o angioedema hereditario o adquirido por deficiencia de
C1 inhibidor.
Seguimiento:
Por lo general en los pacientes
en los que se sospecha que la causa es alérgica -como alergias a determinados
alimentos o fármacos- se recomienda sean valorados por un alergólogo. De la
misma forma, aquellos pacientes con síntomas por más de varias semanas deben
ser apropiadamente evaluados, y si presentan síntomas de difícil control,
deberán ser remitidos a un especialista (dermatólogo o alergólogo).
Más información:
-Radonjic-Hoesli S, Hofmeier KS,
Micaletto S, Schmid-Grendelmeier P, Bircher A, Simon D. Urticaria and
Angioedema: an Update on Classification and Pathogenesis. Clin Rev Allergy
Immunol. 2018;54:88-101.
-Aguilera-Insunza R, Correa H,
Díaz C, Marinovic MA, Valenzuela F. Chilean guidelines for chronic urticaria.
Rev Med Chil. 2018;146:1334-1342.
-Aseo R. New-onset urticaria.
UpToDate (revisado a 26.02.19).