sábado, 31 de agosto de 2013

Impétigo: Una epidemia en el verano


El impétigo es una infección superficial de la piel originada fundamentalmente por unas bacterias que de por sí podemos encontrar de forma natural en diferentes áreas de nuestro cuerpo, como son diferentes cepas de Streptococcus (estreptococo) y el Staphylococcus aureus (estafilococo dorado).
Habitualmente se originan tras un contacto directo con otra persona infectada, aunque también puede originarse por colonización desde el propio individuo, por estreptococos provenientes de su faringe, o por estafilococos procedentes de su nariz.
Es frecuente que tras las lesiones iniciales se produzcan posteriormente más lesiones por autoinoculación (el paciente se toca las lesiones y se transmite la infección a otras zonas de la piel). En cualquier caso el paciente suele presentar muy buen estado general, sin que las lesiones produzcan dolor.

Este tipo de infecciones son más habituales en los niños, aunque pueden aparecer a cualquier edad, y aunque pueden aparecer en cualquier parte del año, son más frecuentes en verano, al ser favorecidas por las condiciones de calor, humedad, contacto directo (juegos, más áreas de piel descubiertas…). Igualmente son más frecuentes en personas con alteración en la barrera cutánea, como puede ser un eccema, por lo que son especialmente habituales, por ejemplo, en niños con dermatitis átópica.

 

Se considera que existen dos formas clínicas de impétigo:

-Por un lado, el “Impétigo Simple” o “Impétigo Contagioso”, la forma más frecuente. Éste suele originarse por estafilococo, aunque también con frecuencia se origina por estreptococo. Las lesiones cutáneas originadas suelen originarse por una pequeña vesícula (que habitualmente no es perceptible ya que rápidamente se rompe originando la típica lesión  costrosa, cuya costra es amarillenta, de un color que recuerda al de la miel (“costra melicérica”).  Junto con las lesiones pueden apreciarse adenopatías (ganglios inflamados) en hasta el 90% de los casos, y si se realizase una analítica sanguínea (que por lo general no será necesaria) podría apreciarse leucocitosis en la mitad de los pacientes.

Incluso sin tratamiento las lesiones se suelen resolver en un mes, si bien teniendo en cuenta lo aparatoso y lo contagioso de las mismas, debe plantearse un tratamiento lo más precoz posible.
 
 
 
-Por otro lado, la otra forma clínica es el Impétigo Ampolloso. Éste se origina mucho más frecuentemente por estafilococo que por estreptococo. En estos casos, las ampollas suelen ser mayores, y fácilmente apreciables ya que permanecen intactas por 2-3 días. Al romperse, originan igualmente lesiones costrosas donde las costras pueden disponerse (si nos fijamos) en dos líneas paralelas, por lo cual se conoce como descamación “en vías de tren”, creciendo la lesión hacia el exterior (“crecimiento centrífugo”), dando a las lesiones un aspecto “circinado” (en anillos). Las lesiones pueden aparecer en cualquier localización del tegumento cutáneo (incluso en las palmas y las plantas), y en los recién nacidos, es frecuente que asienten en el área del pañal. Igualmente es característico que los pacientes presenten buen estado general, sin que en esta forma suelan apreciarse adenopatías.
Es importante distinguir esta forma de la “Piel Escaldada Estafilocócica”, en que las lesiones son muy similares. De hecho, se producen habitualmente por las toxinas de la misma bacteria (S. aureus), aunque en esta entidad la bacteria produce las lesiones por la diseminación de las toxinas a distancia, sin estar presente en la mismas, por lo que los cultivos serían negativos, y las lesiones son más extensas y llamativas, precisando tratamiento antibiótico intravenoso.

 

Habitualmente se trata de una infección relativamente banal, si bien ésta puede conllevar posibles complicaciones, tanto en el tejido subcutáneo (originando una celulitis infecciosa), como en diferentes órganos internos: Así, en el riñón, podría originar una glomerulonefritis (sobre todo en caso de infecciones por algunas cepas de estreptococo), a nivel osteoarticular, una osteomielitis o una artritis séptica. Igualmente podría desencadenar una neumonía, o incluso una septicemia (infección de la sangre). Ello justifica la importancia de un correcto diagnóstico, tratamiento y seguimiento de estos casos.

 

El tratamiento habitual se basa en la aplicación de una pomada antibiótica sobre las lesiones (fundamentalmente ácido fusídico o mupirocina), si bien pueden ser útiles determinadas sustancias astringentes y un descostrado suave de las mismas. Ante casos de impétigo recurrente o epidemias podría valorarse el uso de una pomada antibiótica nasal de forma profiláctica. Los antibióticos vía oral se reservan para casos severos o pacientes inmunodeprimidos.
 
Más información:
-Darmstadt GL. Impetigo: An overview. Pediatr Dermatol 1994;11:293-303.

-Van Rijen M, Bonten M, Wenzel R, et al. Pomada de mupirocina para prevenir las infecciones por Staphylococcus aureus en portadores nasales. Cochrane Plus, 2008 Número 4.

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