viernes, 1 de junio de 2018

Esos puntitos rasposos en la piel: Queratosis Pilar


Aunque es un motivo de consulta frecuente durante todo el año en las consultas de Dermatologia, puede ser en primavera, cuando la gente saca a lucir los brazos, cuando más se consulta por este motivo.

Las lesiones de Queratosis Pilar (QP en adelante) son pequeñas pápulas (lesiones sobreelevadas de aproximadamente 1milimétro de diámetro) queratósicas (rasposas al tacto) foliculares (que se distribuyen sobre los folículos del pelo) que pueden acompañarse de un cierto grado de eritema (rojez) en su base. Estas lesiones dan una apariencia de “piel de gallina”. Por lo general afectan la cara extensora de brazos, pero también pueden apreciarse en las mejillas, los muslos, los glúteos e incluso en el tronco.



En muchos casos, estas lesiones se confunden con acné, ya que es habitual apreciarlas de forma parecida a pequeños “granos”, si bien su contenido blanquecino que se desprende de las mismas cuando las pellizcamos no es pus, sino queratina.

De hecho, si biopsiamos estas lesiones, comprobaremos que se trata de un trastorno de la queratinización de la piel, en que se forman tapones de queratina (que no terminan de recambiarse de forma habitual), los cuales taponan y dilatan el orificio y la porción superior del infundíbulo de los folículos pilosos, pudiendo acompañarse de un infiltrado de células inflamatorias en dermis superficial a nivel perifolicular y perivascular.

En su diagnóstico diferencial existen otras entidades como el liquen espinuloso (enqu las lesiones presentan “espinas de queratina” y se distribuyen sobre grandes parches de piel, normalmente en el tronco y extremidades de niños, o la pitiriasis rubra pilar, en que suele haber -entre otros- un cierto engrosamiento (hiperqueratosis) de la piel de palmas y plantas. 

Se trata de un trastorno absolutamente benigno, con repercusión puramente a nivel estético, aunque a veces puede acompañarse de cierto picor.

Es un trastorno muy frecuente, y según algún estudio podría afectar a al menos la mitad de los adolescentes, en mayor o menor grado. Se estima que es heredado de forma autosómica dominantecon una variable penetrancia y expresividad.

Por lo general las lesiones suelen aparecer en la infancia, normalmente durante la primera década de vida, y suelen mejorar (o al menos no empeorar) con la edad (generalmente, sobre los 16 años). Aunque su origen no está claro, parece haber una cierta influencia hormonal. De hecho, parece ser más frecuente en mujeres con alteraciones o cambios hormonales (hiperandrogenismo, embarazos…).

Si bien en la gran mayoría de casos se tratan de un fenómeno aislado, en ocasiones pueden aparecer como un elemento más de enfermedades cutáneas como la dermatitis atópica, entidad igualmente muy frecuente en nuestro medio (de hecho, la presencia de QP no es útil para su diagnóstico), u otras más raras como la ictiosis vulgar (aquí es más frecuente que en la propia dermatitis atópica).

La queratosis pilar atrófica es un término usado para referirse a una serie de trastornos con QP y atrofia asociada (un ejemplo es el Uleritema ofriogenes, en que niños presentan lesiones tipo QP en la cara que luego evolucionan desarrollándose cicatrices atróficas). La eritromelanosis follicularis faciei et colli por su parte se caracteriza por eritema, hiperpigmentación (manchas rojizas y marronáceas y lesiones tipo QP).

También se han relacionado con QP déficits de vitamina A ó B12, el hipotiroidismo, la enfermedad de Cushing o la administración de corticotropina, si bien no está ni mucho menos indicado el despistaje de estas enfermedades de forma rutinaria al encontrarnos con una QP.  

Aunque no existe un tratamiento curativo, sí existen variadas opciones de tratamiento con las que mejorar las lesiones y sus posibles síntomas, y su base sería evitar la sequedad cutánea mediante el uso de cremas emolientes, a lo que pueden añadirse agentes queratolíticos (a base de urea, determinados ácidos…) e incluso corticoides tópicos (en periodos cortos de tiempo) según sea necesario por el tipo de lesiones, su apariencia o la sintomatología asociada. Para evitar dicha sequedad, también se recomienda evitar jabones agresivos o los baños prolongados de agua caliente.

En cualquier caso, por lo general las lesiones suelen mejorar en verano y empeorar en invierno. Probablemente el efecto exfoliante y queratorregulador de las aguas marinas y el sol sean responsables de dicha mejoría estival y la mayor sequedad cutánea inducida por el frío invernal sean las que originan su empeoramiento.

Más información:
-Hwang S, Schwartz RA. Keratosis pilaris: a common follicular hyperkeratosis. Cutis. 2008;82:177-80.
- Zhu JW, Lu ZF, Zheng M. Unilateral generalized keratosis pilaris following pregnancy. Cutis. 2014;94:203-5.

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